O para ser más claros: que un usuario habitual de Windows se pase a Linux. Esto viene a colación del final del soporte para Windows XP que ha tenido lugar este año. No son pocos los artículos que he leído en los que se preveía una migración en menor o mayor grado a la plataforma del pingüino. Está claro que la actual es una oportunidad de oro para que Linux amplíe cuota de mercado en el ámbito doméstico, pero voy a dar una serie de razones por las cuales creo que esto, de momento, es difícil. Una vez más, “el año de Linux en el escritorio” se ha quedado en idea más que en hecho consumado.
Disponibilidad de Linux en el mercado
Stallman puede esgrimir razones éticas y morales que pueden ser totalmente loables, correctas y positivas para un desarrollo sano de la sociedad de la información (y de la sociedad en general). Lamentablemente contamos con que todo está mediatizado y aquello que es visible de cara al público es lo que lleva una mayor carga de márketing. En este aspecto Linux tiene nula presencia en prácticamente cualquier medio de ámbito generalizado (me refiero a publicidad en TV o a catálogos de productos de grandes superficies, no a revistas especializadas de informática enfocadas a un público muy concreto). Esto imposibilita ya, desde el principio, que se pueda dar a conocer al gran público. Muchos ni siquiera sabrán de su existencia como sistema operativo para ordenadores personales.
Por si fuera poco, Windows viene preinstalado en la mayoría de equipos que se venden a clientes domésticos. Este es uno de los principales pilares de su posición dominante en el mercado. Un consumidor asocia ordenador a una marca, estética, funcionalidades… de esto saben mucho en Apple y por eso potenciaron desde el principio todos esos pequeños detalles que los hacen “únicos” en ciertos aspectos y que han conseguido crear una clientela fidelizada a largo plazo. El hecho de que se simplifique ordenador (como hardware) con el sistema operativo (software) en un único concepto hace mucho más difícil romper esa barrera para los competidores que apenas pueden ganar cuota de mercado por los canales tradicionales de venta y publicidad. Por eso, cuando alguien dice “me voy a comprar un ordenador” damos por supuesto que es un equipo con Windows, y cuando alguien dice “me voy a comprar un Mac” sabemos que va a comprarse un equipo (hardware) a su vez con el sistema operativo de Apple.
Ante esto que citaba anteriormente, lo idóneo sería que se vendieran los equipos físicos sin más y luego ofrecer una gama de sistemas operativos que puedan utilizarse en esos equipos y entre los que pudiera elegir el cliente (recuerdo ahora el caso de Microsoft, que durante un tiempo, después de una sentencia antimonopolística en Europa, tuvo que ofrecer al usuario navegadores alternativos a Internet Explorer en su sistema). Está claro que esto a día de hoy resulta prácticamente imposible, si bien algunas compañías como Mountain ya ofrecen equipos con Linux instalado (como por ejemplo Steel X). El hecho de que resulte tan difícil no sólo es por cuestiones de dominación del mercado por las grandes marcas, sino también por incompatibilidades con el hardware que muchas veces se ve acentuadas por esas posiciones dominantes.
Otro tema que no hay que olvidar es el del software disponible. En el campo de videojuegos y ofimática se ha avanzado muchísimo: incorporación de la plataforma Steam a Linux con un catálogo de videojuegos cada vez más amplio; desarrollo de las Steam Machines/Steam OS; apoyo oficial de Valve a la plataforma; desarrollo de LibreOffice… Todavía quedan flecos que cubrir, ya que hay determinados programas que no encuentran rival, como Photoshop, AutoCAD… Que ocupan además nichos muy especializados en los que sería interesante ir abriéndose camino.
Finalmente, sí es cierto que algunas administraciones y organizaciones están pasándose al software libre para optimizar sus recursos y mejorar su seguridad, como es el caso de Munich o de los planes de migración progresiva a Linux de las administraciones de Rusia o China, pero este es otro tema que no nos ocupa ahora. Principalmente porque en este artículo me refiero al mercado doméstico, no a ordenadores destinados a funciones específicas de una administración u organización en concreto.
El usuario busca facilidad de uso y simplicidad
A Linux también le va a hacer falta tiempo para quitarse el estigma de “complicado”. Una cosa debe quedar clara: el usuario medio no va a utilizar la terminal, ni a lanzar scripts ni nada que se le parezca. La realidad es tozuda y nos dice que lo más simple gana, aún a costa de la seguridad y de un buen conocimiento del sistema. Hay que tener en cuenta que el usuario siempre va a buscar la forma más simple de interactuar con un dispositivo. Y esa forma de interactuar tiene que ser visual, gráfica. Canonical con Ubuntu parece haber entendido esta lección con más o menos acierto (en lo personal prefiero Debian).
Un usuario no necesitará ni querrá mirar el código fuente de una aplicación. Posiblemente no sepa ni qué es eso ni quiera saberlo después de una jornada de trabajo, estudios, etc… Simplemente querrá que al encender un dispositivo funcione y cumpla su cometido. Si hay que instalar algo, que sea “siguiente, siguiente, siguiente…”. Conceptos técnicos como dependencias o gestores de paquetes, virtualización o emulación… simplemente no le interesan.
En definitiva, el usuario no desea ser un informático, cosa que me parece perfectamente comprensible. Y hay que tener esto en mente porque pasar por alto la realidad sólo logra que nos sigamos chocando con el mismo muro de siempre y no logremos avanzar.
Optimismo a largo plazo
Como la experiencia es la madre de todas las ciencias, visto lo visto podemos decir que un sistema que quiera ganar cuota de mercado hoy en día tiene que ser sencillo de utilizar y muy, muy visual. Por ejemplo es de gran ayuda contar con una interfaz que permita una fácil administración del software del equipo. Saber qué tenemos instalado y cómo podemos desinstalarlo. En este caso Canonical lleva ventaja con su conocido Centro de Software de Ubuntu. La administración del software por otro lado debe resultar igualmente intuitiva: impresoras, reproductores de vídeo/música, drivers adicionales, sincronización con servicios en la nube… La mayoría de estas cosas se pueden hacer con un “clic” y cómodas interfaces en Ubuntu.
ElementaryOS también es un sistema -basado en Ubuntu- que promete una experiencia amigable para el usuario, asemejándose estéticamente a Mac OS X:
Las Steam Machines -con SteamOS basado en Debian- también van a ayudar a ganar cuota de mercado a Linux. Como veréis, se trata de una solución integral y transparente para el usuario. Integral porque el binomio Steam Machine – SteamOS será impepinable. Y transparente porque cuando el usuario se compre una Steam Machine, realmente no va a estar pensando -en su mayor parte- en Linux. Pensará que es una plataforma diseñada exclusivamente para jugadores de Steam. Que nadie se piense que la gente va a ir corriendo a montarse su sistema SteamOS por sí mismos. Si las Steam Machines triunfan será un gran avance y triunfo para Linux, porque lo llevan como sistema operativo, y lo más que verá el usuario final será la interfaz gráfica del sistema para correr sus juegos favoritos.
En definitiva, creo que para hacer frente a los sistemas de Microsoft en el escritorio todavía hace falta tiempo. No tanto por el desarrollo que le quede a GNU/Linux en ese aspecto, que creo que está avanzando a pasos agigantados, sino por la posición monopolística tanto en el mercado como en la cultura que tiene Microsoft.