Si eres de los que trastean con máquinas virtuales ya sea por curiosidad personal, trabajo o ambas cosas, una buena idea es que esas máquinas virtuales residan en un disco duro externo. Y si es SSD, mejor que mejor. Yo utilizo VirtualBox para realizar pruebas en mis entornos virtuales aunque también en el caso de Vmware Workstation o Player podéis alojar lás VM en medios externos. Evidentemente para entornos de virtualización más complejos o empresariales esta solución no es válida.
En mi caso llevaba ya bastante tiempo utilizando un disco externo Western Digital para alojar mis máquinas virtuales. Pero llegó la hora de jubilar ese disco y por ello recientemente adquirí un Transcend ESD400K de 256 GB por unos 130 € en Amazon. Es bastante pequeño (9,2 x 1 x 6,2 cm) y ligero, ya que pesa apenas unos 56 gramos. Las velocidades que alcanza no están nada mal ya que llega 410MB/s de lectura y 380MB/s de escritura. Además hay varios modelos en función de la capacidad de almacenamiento que necesites. Por mi parte, rendimiento de 10 hasta el momento y sin ningún problema en mi sistema Debian de sobremesa.
La ventajas que he encontrado de tener las máquinas virtuales en un disco externo son varias. Sin entrar en demasiados tecnicismos ni complejos benchmarks:
- Liberas al disco duro interno de tu ordenador (host en el que tendrás instalado el sistema operativo) de toda la carga de escritura/lectura que se lleve a cabo en la máquina virtual (guest). Esto quedaría a cargo del disco duro externo, lo que aumenta el rendimiento final de las máquinas virtuales. Y cuando tienes 4 ó 5 arrancadas creeme que se nota bastante.
- En el lado de nuestro ordenador (host) cargaríamos simplemente las necesidades de recursos a nivel de RAM y CPU.
- Por otro lado, al tener las máquinas virtuales en un disco duro externo, podríamos moverlas fácilmente entre distintas máquinas físicas. Esto nos permite ahorrar en definitiva tiempo, ya que no tenemos que estar montando entornos virtuales en cada máquina por separado.
- También es una manera de salvaguardar las máquinas virtuales de problemas en nuestro ordenador principal. Por ejemplo, en caso de una pérdida de datos en el disco interno o si quedara inutilizado el ordenador (fallos de hardware, de sistema operativo, etc…)
Al fin y al cabo cada uno tendrá sus métodos. Pero si buscas movilidad y rendimiento, creo que merece la pena hacerse con un disco duro externo exclusivamente para máquinas virtuales.